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10 enero 2020
ARTÍCULOS PUBLICADOS

La decapitación de las organizaciones delictivas y las dinámicas de la violencia en México

Por Gabriela Calderón, Gustavo Robles, Alberto Díaz-Cayeros, Beatriz Magaloni

Este documento evalúa la estrategia del gobierno mexicano para debilitar a las organizaciones de narcotráfico (ONs). Los resultados muestran que arrestar/ejecutar a los líderes y tenientes aumenta no solo la violencia vinculada a las operaciones de las ONs, sino también los homicidios civiles.

Problemática

Las estrategias de decapitación (es decir, el objetivo de arrestar a los niveles más altos o al liderazgo central de las redes criminales) juegan un papel importante en las políticas antinarcóticos en los Estados Unidos, México y otros países. Sin embargo, ¿funcionan? ¿Importa si los gobiernos detienen o neutralizan a los capos o a los tenientes de menor rango? ¿Es posible que las autoridades detengan a los capos clave mientras mantienen la paz y el orden?

Contexto

México enfrenta una de las crisis más graves de violencia e inseguridad en su historia reciente. En marzo de 2009, el gobierno publicó una lista de los 37 narcotraficantes más buscados de México. Para enero de 2011, las autoridades capturaron o mataron a 20 de esos 37 objetivos. Sin embargo, la violencia no retrocedió. Por el contrario, se estima que más de 66,000 muertes relacionadas a las drogas ocurrieron en México entre 2007 y 2012.

Métodos

Nuestra estrategia empírica combina un diseño de diferencias en diferencias con métodos sintéticos para construir municipios de control creíbles y que tuvieran tendencias similares en las tasas de homicidios respecto a los municipios tratados (es decir, donde los capos o tenientes fueron asesinados o arrestados).

Resultados

  • La neutralización de los líderes de los carteles exacerba los efectos a corto plazo no solo con respecto a la violencia relacionada a las ONs, sino también en relación con las tasas de homicidio civiles. Estimamos que el aumento de la violencia relacionada con las drogas durante los primeros seis meses después de la destitución de un líder en un municipio es del 36.5%.
  • Después de capturar a un líder y/o un teniente, la violencia se extiende a los municipios vecinos, particularmente en los lugares que están conectados a la red de transporte. En los primeros seis meses después de capturar a un teniente, los homicidios en estos municipios aumentaron en un 50% para los hombres entre 15 y 39 años. Además, las muertes presumiblemente relacionadas con las rivalidades entre ONs aumentaron en un 64%.
  • Todos los efectos indirectos sobre los homicidios se observan a mediano plazo. Durante este período, encontramos un aumento del 25.1% en los homicidios entre personas fuera del grupo de “hombres, entre 15 y 39 años” en municipios estratégicos y vecinos.
  • Las estrategias de decapitación aumentaron la violencia no solo entre las ONs, sino que también afectaron a la población general. Como resultado de la matanza o arresto de capos, las células criminales se debilitan y depredan a la población.

Conclusiones

Nuestros resultados resaltan los límites de las llamadas estrategias contra narcóticos y vinculadas a la “decapitación”. Cuando se neutralizan a los capos, otros carteles poseen incentivos para combatir sobre el control territorial al reducir los costos de luchar en contra de la ON decapitada. Además, a medida que la eliminación de los capos debilita las cadenas de mando existentes, las células criminales comienzan a funcionar con menos moderación, lo que conduce a una escalada de violencia contra la población general. En este sentido, nuestro trabajo explica por qué la decapitación de las ONs podría conllevar a resultados indeseados y que de otro modo resultarían de la decapitación de grupos terroristas o rebeldes. Por lo tanto, esta estrategia, aunque importante, requiere un rediseño significativo y un replanteamiento de sus objetivos centrales.

Referencia

Magaloni, Beatriz, Gabriela Calderón, Gustavo Robles, and Alberto Díaz-Cayeros. (2015). “The beheading of criminal organizations and the dynamics of violence in Mexico.” Journal of Conflict Resolution 59(8): 1455-1485.